Mittwoch, 7. Mai 2014

Depresión post-erasmus, ¿ficción o realidad?

Hablando el otro día en una fiesta hispano-germana, se sacó el tema de los estudios y las buenas experiencias que habíamos tenido cada uno cuando nos fuimos de Erasmus a un país extranjero. Llegamos a la conclusión de que fue uno de los mejores años de nuestra vida y fue un gran acierto haber podido disfrutar  este intercambio estudiantil en España o en Alemania, dependiendo de la procedencia de cada uno. Tras esa experiencia todo fue distinto; no solamente por el conocimiento de una lengua o una cultura diferente a la nuestra, sino que también ya no volvimos a ser las mismas personas de antes. Por eso, no es de extrañar que aumente cada año las cifras de estudiantes europeos que deciden solicitar un semestre o un año académico completo en una universidad extranjera.
Este intercambio estudiantil, llamado Erasmus a título honorífico del humanista europeo Erasmus de Rotterdam, permite al alumno a adquirir nuevos conocimientos de sus estudios bajo otra perspectiva, además de proporcionar un enriquecimiento personal inigualable. Por este motivo, muchos estudiantes consideran este intercambio académico como una gran oportunidad para obtener diferentes puntos de vista a través de una convivencia intercultural en otra universidad y por consiguiente, se convertirá en una experiencia única e irrepetible que les marcará a lo largo de su vida. Y aquí  precisamente es donde radica el problema ya que muchos estudiantes persiguen o intentan repetir las sensaciones que obtuvieron durante este periodo corto de su vida en su lugar de origen. A este fenómeno le han denominado algunos psicólogos el “síndrome post-Erasmus” y puede desencadenar en muchos casos una depresión con un cuadro de síntomas identificables tales como desajustes y poca identificación con el entorno, dificultad para comunicarse con familiares y amigos, pérdida de interés por los estudios, idealización del extranjero y conductas asociales o aislamiento.
Según la opinión de muchos estudiantes que ya han disfrutado de una beca de intercambio de estudios, se sienten confusos y desubicados al volver a su vida cotidiana y sufren un gran sentimiento de desarraigo imposible de explicar, es decir, que en muchos aspectos se sienten incomprendidos por su círculo más cercano puesto que tanto sus amigos como sus familiares no se pueden identificar con las experiencias vividas del joven “post-erasmusiano” y encuentran aburridas y repetitivas las narraciones de sus divertidas vivencias como estudiante de intercambio.
Otro aspecto a tener en cuenta es que muchos de ellos obtienen por primera vez una total libertad fuera del techo familiar  y conviven o comparten estas emociones con estudiantes de otros países que se encuentran en su misma situación. Además, siempre se identifica a la beca Erasmus como un periodo de vacaciones con fiestas continuas – que en muchos casos es así- aunque muchos defienden que es el mejor escenario para conocer gente y establecer contactos o relaciones sentimentales.
Indudablemente la beca Erasmus cambia la forma de percibir el mundo que les rodea, influido por un carácter más multicultural que antes de su estancia en el extranjero hubiera sido imposible de concebir. Todo esto se ve resumido a un cambio de concepción del mundo que resulta positivo en su desarrollo personal.
Al mismo tiempo, hay que considerar que esta reacción por parte de los estudiantes post-erasmus es totalmente normal y comprensible. No sólo esta época aporta multitud de vivencias y experiencias personales, sino también puede desencadenar una nueva orientación profesional. Tras esta estancia no son pocas las personas que deciden marcharse a otro país o volver al mismo destino donde solicitaron su beca: buscan un puesto de trabajo en su campo de estudio, solicitan otra beca diferente o realizan un máster o doctorado en el país de acogida.
En conclusión se puede decir que esta desubicación puede provocar ciertos impactos emocionales que causan desarraigo personal al volver otra vez a la vida cotidiana de su país de origen. Sin embargo, hay que subrayar la multitud de aspectos positivos que esta estancia puede proporcionar y seguramente, si se preguntase a todos  estos estudiantes que han realizado un intercambio de estudios en el extranjero y se le concediese la oportunidad de solicitar de nuevo esta beca, la mayoría aceptaría sin pensárselo dos veces. Sin embargo, conforme a la opinión de las personas que llevan a cabo el retorno de sus raíces “erasmusianas”,  no experimentan el gran impacto personal que tuvieron en su primer momento: ya no son las mismas emociones, las mismas sensaciones, las mismas vivencias.
Personalmente puedo decir que un año en Colonia como estudiante Erasmus me cambió. Aunque por mis estudios era recomendable establecerme en un país germanófono, fue muy enriquecedor irme a vivir independientemente de mis padres, conocer gente de otras culturas e intentar poco a poco entender la cultura y sociedad alemana, que de otra forma no se aprenden en los libros. Al final de mi estancia conocí al que fue mi pareja y decidí volver al poco tiempo para seguir con la relación y con mi carrera profesional. Los años han pasado y vuelvo a estudiar en la misma universidad que me acogió en su día, conociendo a más gente autóctona y/o de otros países y haciendo esfuerzos en integrarme en la sociedad alemana. Sin embargo, esa novedad y ese conjunto de emociones no se han vuelto a aparecer con la misma intensidad. Siempre hay una primera vez que nunca volverá a repetirse.

Fuentes